A menudo se escucha hablar de personas que tienen alguna carencia en su vida, ya sea porque son muy sentimentales y tienen demasiado corazón, pero no pueden enfocar sus esfuerzos en un proyecto determinado; así como hay otros que tienen el intelecto y la voluntad para llevar a cabo sus tareas, pero resultan implacables y fríos con las personas a su alrededor; o inclusive esos que tienen una buena voluntad para actuar y lo hacen con auténtica naturalidad, pero no sobresalen intelectualmente.

Estas formas de percibir a las personas, aparentemente superfluas, comienzan a ubicarnos en el contexto de la psicosomática, donde cada órgano se encarga de asumir el proceso del que participa en mayor medida. No se pretende decir con esto que solo se siente con el corazón, o solo se piensa con la cabeza, por el contrario, debemos reconocer que el ser humano existe como unidad, como un conjunto de sistemas en los que el funcionamiento de uno afecta el de otro.

Nos hemos centrado en tres maneras de la vida: corazón, hígado y cerebro, porque constituyen los máximos desarrollos del mesodermo, endodermo y ectodermo embrionarios, pues con ellos el ser humano en su desarrollo temprano, empieza a interactuar con la vida, siendo lo que la vida va haciendo de él. También, constituyen primordialmente los tres principales saberes que se distinguían en la antigüedad: el saber porque se dice, porque se conoce y porque se ha experimentado muchas veces.

Estos tres estadios de la vida nos pueden ayudar a relacionar cómo hay aspectos primordiales en la vida de las personas que se manifiestan a través de estos órganos, siendo el cerebro el encargado de todo aquello que trasciende, el corazón correspondiendo con el alma y el hígado manifestándose en el cuerpo y el actuar.

Ser conscientes de las diferentes realidades que nos constituyen como personas puede facilitar nuestro camino a comprendernos, sabiendo que como lo manifiesta Freud, no podemos sentarnos en una posición en la que consideramos que nuestro ser físico y nuestro ser mental, por llamarlos de alguna manera, están desvinculados y son independientes el uno del otro. Por el contrario, nuestro cuerpo se encargará de mostrarnos aquello que pasa en nuestras vidas y que no podemos hacer consciente de una forma directa, o inclusive, entender cómo se relacionan determinados aspectos de nuestras vidas con manifestaciones somáticas en diferentes partes de nuestro ser físico.